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jueves, 11 de octubre de 2012

Catalina Gadea

si mi canto no perturba... a tu alma adormecida...

Estamos hablando de 1927...28, años lejanos, tardíos, lentos y seguramente hermosos.

Ha pasado el tiempo, cómo siempre, el nos ha dejado recuerdos y semblanzas, y lo más lindo... canciones.

El guaraní como espada en la batalla literal, como estampa, como flor, como canción y como páramo en prosa y poesía. No es fácil entender, nunca fue fácil entender en su más amplia impresión, comprenderse a uno ya es difícil, imaginar el comprender el resto, imposible.

Emiliano, creo que entendió, diríamos hoy de manera vulgar, coloquial, le "cazó la onda". No solo como juglar, no sólo como guitarrero, como arriero, como soldado, y poeta, por que ser una de esas cosas ya es complicada, el fue todas.

Creo que su dialéctica, su dicción, su locuaz verso combinado con la pronunciación, idioma y sentimiento nos hacen bajar a los más antiguo de cada uno, a lo primero, a lo sencillo, a lo primordial, a lo escaso que satisface.

No sé como antes, pero sí, antes era el periodo que se inventó eso de que todo tiempo pasado fue mejor. Fue por ese antes, ese tiempo, que ya pasó.

Había escuchado a Emiliano, de muy chico, con mucho calor un día caluroso, que no vale la redundancia, por que en lugares como esos, la redundancia es placer.

Sabía de sus andanzas y de sus letras, fui adentrándome en cuestiones fundamentalistas hasta extremas de la polca de Emiliano, con el paso del tiempo, la tecnología, las despedidas y por estar lejos de acá.

Teníamos, en esa casa de la infancia precoz, unos discos de vinilo, ese sonido particular, con guitarras y acordeones... encantó a mi memoria, mi viejo, que era joven, me decía.. Escucha.. siete notas musicales sonaba en un idioma inteligiblemente lindo, que sin querer, hacía, sin darme cuenta, un fan en el pasado, del sonido del folk de los ´30´s

"Sol de mi cielo, luz de mi vida, lejana amada

Eyu yeýna eyu yevýnte ani amano

ven que te aguardo en esta choza tan desolada

añesu jhäpe che ánga che pópe rojha'arö.
"

El chaco, su principal inspiración lo delataba, su amor, compartido, como buen trovador, su voz, aguda, serena, firme y profunda.

Pasaron los días, años y no volví a escuchar de él, Si bien, su obra, presente en cualquier paraguayo, que se considere uno, me había dejado, en suspenso, en un espacio temporal no muy racional. Hay un tiempo que sólo el tiempo ubica en el entendimiento.

Uno empieza a entender, a comprender, a mirar atrás y escuchar el paso de sus propios pasos ya pisados, el rubor en la piel, y sus cicatrices, marcas y proverbios, los encuentros no encontrados, los mensajes del destino y las casualidades que ilusionan el corazón deshabitado, el intentar conciliar la belleza, la inteligencia, la inusual manera de mirar, de hablar, de solamente saludar, de solamente hablar por mecanismos no sonoros... Emiliano en esta época ya no sé que versos escribiría.


Hoy, que ya esta por ser pasado, que ya no asumo muy bien si existe una verdad sola, una noche hermosa, ni un atardecer. Sólo se que existes y eso me basta, se que tu existencia será malvada, se que no sé que hacer con los datos de las casualidades, ni con mis ansias, ni con tus miles de enigmas, tu sencillez, mucho menos con tu belleza, tu cadencia, tu mirada... Como Emiliano cantó, en los años antiguos, yo escribo esto, que de escuchar una polca, mirar el río invencible, ...pienso en los días de Emiliano R Fernández, en su guitarra, en Catalina Gadea "Che la reina" - Una mujer convertida en versos, sublimes, cantados, hasta hoy, como yo, a vos, te escribo, y estos versos, que se van algún río, con sus remansos, con sus canciones, con el día, con la noche y sus estrellas egoístas, que nublan los desenlaces, que roban nuestros suspiros...


"Ajumíko ipahaite Che la Reina nerendápe..."



http://www.youtube.com/watch?v=N2Hcg1fgxdk&feature=related

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