El viento, el recado de los cielos, hay algo más que no entendemos, nos lleva ahí sin darnos cuenta.
La paciencia que no fue, la sinceridad tampoco. Las ganas de ir, viajar a cualquier viaje. Entender a las nubes de otros lugares, sentir al viento, sus círculos interminables. Mirar atardeceres y amaneceres y que no se repitan, que sean fríos, calientes, altos, bajos, compartidos o solidarios a las compañías de la nada.
Que las manos, las bocas, las miradas y los consuelos sean siempre motivos de ir, de buscar, de escapar o encontrar. Que la vida que no es vida la dejemos en un solo acorde sonando para siempre en silencio.
Siempre una música acompañara el camino. Siempre.