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miércoles, 29 de noviembre de 2006

LA ESCALERA

LA ESCALERA

Situación:
La vida es como una escalera. La escalera es como la vida. En ella, y en la vida, vamos avanzando, moviéndonos de lugar. Todos.
Nadie sabe en pricipio, si va arriba o abajo, ya que los escalones nunca te lo demuestran efusivamente, ni siquiera sabemos si fingen, ya que lo podrían hacer, o si no se deciden hacia donde llevarnos. Para algunos los escalones, nos transportan, como los barcos a los marineros, como el mar, a los barcos.

Podrían pensar los seguidores de epicúreo y/o los filósofos adeptos al devenir y los que se aferran a la felicidad terrenal, que los escalones no son más que un invento de sus retractores. Yo, nada mas intento avanzar, o eso es lo que creo, pero la verdad y realidad, nos cuentan que algunos se han quedado vidas enteras tratando de descifrar los enigmas de esta escalera, (vidas enteras descifrando vidas) otros han quedado en el primero de los escalones y otros ya menos favorecidos no han podido avanzar ni uno solo, así al menos cuenta la historia, parte de todas nuestras historias. Yo, en cambio lo he intentado… y en cada espacio - descansos de la escalera - en cada respiración, para volver a tomar impulso y seguir, pienso,
recuerdo y me ilusiono, a veces hasta me pongo triste, y no dejo de soñar y vivir en el pasado y en un futuro esperanzador, en el amanecer con alguien, entrelazar los brazos, el sueño o la vigilia, unir miradas, contar mil veces los mismos cuentos, tomar copas y copas de vino y cantar desafinadamente esas canciones análogas a nuestras vivencias, y sin inhibiciones al amanecer, entre cerros y praderas, que el sol o la lluvia nos descubran desnudos. Abrir el más puro de los sentimientos.
Pero los escalones nunca se me han manifestado tan elocuentemente, que se podría inferir que su retórica o es tan pobre o otros dirán, es tan perfecta que el sofismo quedaría desacreditado por tan alusiva perfección.


Narradores y la historia:

Me han comentado grandes historiadores de estos escalones - que raramente - uno siempre los encuentra en esos momentos mas híbridos del camino y no se por que siempre entrada la noche, o en algún amanecer solitario. Es como que el destino hace que a cada uno de nosotros esté preparado un encuentro como este, para otros, fueron necesarios más de uno. Una noche, esa noche, o no recuerdo si estaba amaneciendo, discutí con un hombre que supo vivir en el pasado, en un sólo escalón, discutimos sobre raras filosofías, historias, musas y amores perdidos... tanto vivió en el pasado -según el mismo- que ya nunca supo su presente, ni su futuro, no se en que escalón, encontró a un fantasma, y no pudo avanzar más, mirar, o simplemente pensar adelante. Obviamente, alguna historia debería tener. Recuerdo vagamente parte de sus comentarios: "que no podía olvidar el día que dejo a una hija, que la llevó la muerte" o ; "la ausencia es como el eco del piano, lo oyes, y hasta parece gustarte, pero es sólo eso, un eco, una evocación de una inspiración, el recuerdo es la evocación de algún abrazo sentimental". Siempre esperó despertarse, jamás concibió aquella realidad, y que alguien algún día, comentaría sobre aquella ilusión o quedaría como una pesadilla más, en fin. Prometió, rezó, lloró. Su hoy, ya es eterno, la volvió a ver. El último escalón de su vida.

No hay por que "necesariamente" avanzar, terminó diciéndome otro narrador, convulsionado por la belleza de una mujer, "su cadera era una melodía sin cadencia, era intensa, su piel era de un color hermoso hasta para los que no pueden ver, y su boca, su boca tenía la terminación del marmol en las esculturas" . No pudo. y siguió cerrando los ojos, sin caminar, ni levantar los brazos. "Cuando volverás a mi" fueron sus últimas palabras dirigidas al viento, la noche se volvía más obscura, las estrellas resplandecían como almas enamoradas de estrellas. Seguí.


Cosas de la historia y el país en donde se desarrolló:

En el Paraguay: la humedad y el calor rigen las fantasías de las personas, la adornan los jazmines, y una que otra morena o rubia, un tanto desinhibidas, y con algo más que simples adjetivos que suelen acompañar a los comensales, dueños de las noches mas dispares de la faz de la tierra, en un país triste, de historia confusas, de gobernantes podridos, de amores tan fuertes…de promesas eternas, así de paradójica resulta rescribir estos hechos, que no se si el vino es tinto, blanco o rosado, o si el alcohol parte a la sangre de la uva, que ya es parte de mi sangre y me esta preparando un chantaje. Sólo que a veces mis recuerdos recorren hasta el ultimo centímetro de mi cuerpo y lo mas confuso de esta historia y de los escalones, es que no estoy ni siquiera en un cerro con praderas, no pude entrelazar mis manos, ni siquiera tengo calor, ni hay humedad, ni estoy con una rubia, ni morena, ni estoy en el Paraguay, aunque en la escalera, en la que voy, sólo espero llegar… no se bien donde, quizá de nuevo algún lugar donde no me dé miedo la infinidad, la soledad, algo así como el Paraguay, (empiezo a escuchar una meláncolica canción de un piano lejano).

Un año, cerca del solsticio de verano, no recuerdo bien cual, luego del encuentro con uno de esos narradores que cité, creo, ya que no se aveces si creer es bueno, quién habita los cielos infinitos, donde seguro escuchan mi voz, ellos, y el devenir, el destino, la coincidencia o lo que fue, revitalizó mi ser entero. A mí, un hombre tan simple, en la tranquilidad frágil, en algún escalón de la vida sin compañía, me dió el sentimiento fresco, que solo lo compararía con cosas casi imposibles e imborrables: ¿Cómo explicar?
Quizás, "Naranjo en flor"..... "que importa el despúes... un pedazo de vida... naranjo en flor... primero hay que saber sufrir, despúes amar, despúes partir, despúes andar sin pensamiento, despúes, que importa el despúes... toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado..."
Se me ocurre también algo como aquellos jugadores de fútbol de barrio que han marcado el gol definitorio en el partido del año y, que sus amigos de toda la vida lo persiguen para unirse en un festejo que nunca más será olvidado… y cada vez que el hecho sea relatado, tanto por el héroe o por los testigos tendrá un aderezo de fantasía, exageración, cada vez el gol será mas agónico, los rivales mejores y más gigantes, la cantidad de gente ira en aumento y los testigos se acercaran al protagónico del la película, perdón, digo, de la historia. Este “Devenir, Destino”, volviendo a hilar el relato, quiso, no se por que, o quizás no hay por que entender la razón de los destinos… y ese año, ese mismo año, me dio un amor…ella, o el amor de ella, inútil es intentar dar razónes a lo que no tiene razón, o quizás, nunca lo sabré verdaderamente, si me dio la capacidad de amar a alguien por sobre el amor que cada uno tenemos por cada uno, valga la redundancia.
En el Paraguay suceden cosas como esas. Sin nombrar otras, como las historias de las despenseras, de las peluqueras, de los jugadores de damas de las plazas y de los políticos impolutos que han dado a sus hijos más de una propiedad del fruto de su paciencia laboral…, aunque vuelvo a pedir disculpas a UD. Lector, lectora, ya que de esto no trata la historia en la cual nos abordamos.

Parte del desenlace, algo del fin

Se dibuja y se estampa exitada en mis pupilas, en mis retinas… nunca supe también la diferencia exacta, y mis oídos pero en fin, ahí esta el piano, pero esta vez con la melodía de un amor de verano, un río en enero, una lluvia fresca, uno de esos amores que por más que uno sepa que no llegaran a destino, son como un salto a la nada, absolutamente seductores y desafiantes. Dejémonos de superfluas conjeturaciones: Todos nos emocionamos y entendemos así, por que las mujeres sueñan con un vestido blanco, un ramo y un altar… simplemente por que nosotros, los hombres, los que nos emocionamos solo con aquellos momentos fuertes del paso de la vida, también en cierta manera, nos imaginamos: a aquella mujer, con el vestido blanco, un ramo y una lagrima en los ojos, así de simple y en la forma que se manifieste, ya que nadie avanza en el amor sin tropezar, y al amar, todos los enamorados creen en el mar, en el circo, en los atardeceres, de alguna u otra manera, de esa forma tonta e infantil, ya que en cierta medida, el amor es infantil, y nada más sublime. Inocentemente, eso es lo lindo de todo eso.
Lo recuerdo como si fuese hoy, ese mismo año encontré SU amor. O lo dejamos ir, o lo dejó ir, por que para mi, lo sigo teniendo tan guardado aquí, que ya es parte mía.

Ahí fue donde me di cuenta de que el cuento de los escalones de la vida, realmente no tiene dirección, quizás el tiempo indique donde vamos, o donde estamos, uno nunca sabe al final de cuentas. Otros dirán: Uno nunca quiere saber. Y bueno, esta por verse.
Ese año, no quisiera entrar en vanas especificaciones, por que en el Paraguay, como ya bien lo sabe, suceden cosas como esas. Lo divisé, y lo viví: el juego de la cornisa, el limite de uno mismo, el traspaso del umbral de cada uno, el salto al abismo, la adrenalina de ese salto, y UD. Señor, señora se preguntará una y mil veces, aquel día en que UD sintió el limite… ¿se arrojó?, mire, yo si, y por más que una lagrima se me escape, nunca sabré si esa lagrima es de añoranza o orgullo. Bueno, estará por verse.
El año prosiguió como todo, por que en esta vida, no puedo opinar con propiedad, sobre alguna otra vida, por que mire que si hay gente que puede sobre esta y otras vidas, o al menos eso dicen. En esta, en la que me toca vivir, aseguran y lo compruebo, nadie es indispensable, bueno, indispensable a tal punto. Yo si tengo personas y hasta algunas cosas que tienen su alto porcentaje, y el mas alto, claro, como lo imagina amigo, amiga, fue ella. El piano y su melodía seguirán sonando. Nadie sabe hasta cuando. Nadie sabe si en realidad a nosotros -los amantes en el tiempo- hasta nos guste, quien sabe, de por ahí, hasta lo disfrutemos. Como dije, el año prosiguió, ella, la mas hermosas de las rosas y de las espinas definitivas, por que claro, tenia sus buenas espinas, pero ya sabrá el buen amante: "Hay que saber de donde agarrarlas" y listo, pasas al siguiente paso, el más sublime: vivir el aroma del amor, de la frescura natural de esa rosa, de su contorno, de su silueta, de su canción en silencio, y no se preocupe, no me pondré romántico ni evocativamente descriptivo, es que nada más no puedo evitarlo, será que de esa cuidad nacida en su bahía, donde la encontré, de esos restos de guaranías de Flores, y versos de Roa Bastos, de amores y amoríos, hacen que esa tierra nos promueva, tierra de tantos ríos bondadosos en su reflejos con la luna, de tantos desencuentros y encuentros tan pero tan intensos, y por lo general no son ni siquiera valorados por quienes reciben la mayor parte de las satisfacciones, en fin, así parece que gira el mundo, quien sabe, otros dirán, que lo sabemos pero no lo queremos creer.
En ese año sentí como las margaritas pueden ser tan sencillamente hermosas y las calles de Asunción son diferentes dependiendo de quién te acompañe. Nunca reí tanto ni nunca morí tantas veces. No entraría nuevamente en especificaciones por una sencilla razón: Pudor, y por que quizás nadie pueda entender ese lenguaje, tan expresivo de dos amantes.

De las moralejas y las conclusiones

Cada uno de nosotros tenemos esa oportunidad, cada uno de nosotros tenemos la chance de estar tan cerca del cielo como podamos. Sólo se vive una vez, con la intensidad debida, inconcientemente, solo una vez, eso lo creo hoy. En ese período ya tan mencionado, cada uno sentirá lo que yo una vez sentí: ¡Que el tiempo no es suficiente!, que la dulzura de los momentos nunca van a poder ser opacados, que al fin uno comprende la palabra: complementación. ¡Jamás!, amigo, amiga, será tan feliz, pero sepa, y a esto apunto, ese momento tiene un fin establecido. El día que menos lo esperas, aunque otros dirán, que siempre lo esperabas. Ahí esta el secreto de la vida del amor: el momento, ni la circunstancia, el adiós, la ausencia, ni la razón, ni la ausencia de razón, que hace que cuando nos detengamos en el escalón en el cual estemos, nos preguntemos:
¿Hacia donde voy ahora?

y bueno, eso esta por verse. ___________________ José C.