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viernes, 3 de octubre de 2014

La ida

La ida.-


Hay un sonido sin puntos suspensivos, así como esta la luna en el cielo de los cielos.
Esta también la pausa, el espacio del suspiro y el arte de la llama en la mirada.
Existen los gritos que rompen el silencio, los que preceden y los que ocultan.

Ese escenario y su metáfora
diáfanos placeres que han copulado en las bocas, aquellas mas rojas, húmedas y hambrientas.

Así el ocaso llega, crepúsculo hermoso que trasmite su calma y su coda.
La luz se parte en la textura, el mundo empieza acelerando la velocidad de sus vientos.
Viene la lluvia en pedazos infinitos de agua nueva que fue marchita. El frío en sus primeras nupcias fue el cortejo de la tormenta hasta que se volvió su amante, por perseverancia y por la seducción de todo lo nuevo.
Llegará el vacío, por que siempre llega después que todo se vaya. Nunca pudo alguien serle esquivo.

En la celebración habrá olvido, mucho vino y los lirios confundirán la savia, el aroma y la mirada.
Al final casi todo se habrá callado, menos el silencio, que en el vació, hará sus principales sonidos.

Empezarán esas despedidas de amistadas olvidadas, como la de los campos, las sabanas y las estepas. Las selvas de la ciudad quedarán tan abstracta que el vecino será nuestro enemigo. Empezará a terminar la lluvia, el frío y el vació. Empezará por terminar el sonido en el espacio del suspiro y el arte de la llama en la mirada.

Todo se cerrará a oscuro.
solo tu
tu olvido
tu vacío
tu silencio
en el mas puro crepúsculo donde habrá mucho vino.