Buscar

vistas

miércoles, 31 de octubre de 2012

Ser uno II


Tomas!!

Gritaba alguien que no conocía, y que seguro no me conoce.- Incluso pude pensar que era el pasado que sollozaba mi nombre, en un grito que venía a buscarme.

Llegó desde lejos, corriendo y me dijo lo que yo había pensado mientras estuve contigo, terminando de hablar cuando no nos conocimos:

- "Me dejaron de interesar las banalidades, supongo que por ser banalidades justamente...Se algo de yerbas para tereré, algo leí sobre infusiones que pueden ayudar a encontrar caminos o desvíos en la corta vida, puedo discutir sobre algún libro y sobre compositores de música del siglo pasado; y, todas las tecnologías nuevas no las entiendo, es más, soy un anti tecnología nueva.

Sentimentalmente soy en parte inconstante y descubro las sutilezas rápidamente.-
La verdad que no sé arrepentirme de hacer lo que hago o hice, o de no hacer algo que hoy llamo – hacer lo que hago.-"

Dejé de pensar en esa conversación, no pude saber si fue el pasado, algo me decía que era el futuro. Nunca lo sabré. Era una mujer.

Interior oficina:

(Suena el interno: Tomas es para vos! decía la voz que comunicaba el interno... y una persona contesta)

Persona: Que tal, soy yo. En que puedo serle útil.-

Tomas: -Sí, es ud? yo lo llamé?

Persona: Soy Ud.

Fin.-

Ser uno.-

jueves, 25 de octubre de 2012

desapareciendo



Descalzo en el pasto frío del suelo de guaraníes pasados, miraba al tiempo, al cielo, al Sol solo que iba desapareciendo.

Algo que dejó de ser quedará cómo una sinfonía en dirección contraria al tiempo, la sonrisa que se estampa en esa historia de ojos dilatados, vivirán ahí, porque no ha empezado ni terminado.

La incertidumbre es la amnesia del sonido, del sonido de este tiempo en el suelo frío, con los pies descalzos de no ir codo a codo, al otro lado.

La vida que es por poco un suspiro, y no tiene compasión con la duda y ella la desacomoda. Es cómo las olas que nos pueden llevar, a veces golpear, otras hundir…

En el suelo de Guarania, solo, descalzo, escucho el sonido que va pasando de unos acordes con eco, profundos, mayores y menores, con armonía y cadencia de secuencia imborrable.

Brillemos. Como suspiros de sonidos sin recuerdos, con un beso de Acerola, bailando con canciones, de guitarras y pianos eternos.

Que la vida nos suspire.




http://www.youtube.com/watch?v=BufbPOG6DzE&feature=autoplay&list=FLW7jJIb_WOiffFddfATa_Mw&playnext=2

viernes, 19 de octubre de 2012

Los que se habían perdido






Los que se habían perdido.

En 1869, Asunción estaba sumisa al desgaste, por el paso de la guerra grande. Si bien el azahar seguía siendo enigmático en esas tierras criollas de tierra colorada, desde el Ministerio de guerra se presagiaba la ocupación, el fin, la mordaza a un pueblo casi ausente y la muerte de una patria, de un mariscal austero y de ciudadanos enamorados del dolor.

Asunción, de ancianos, niños y minusválidos, se dispersaba, sin ninguna distensión en la búsqueda de alimentos, ropas y en la secreta elaboración de escapes a los brasileros invasores, que venían con sus bayonetas sedientas y sus bolsillos vacíos. Eran tiempos duros, tristes y sin canciones que no evoquen, en cierta manera, onomatopéyicas situaciones y lágrimas que hasta a los seres más profundos, resolvían la quietud y presagiaban la tormenta en el aire espeso, tácito, lúgubre.

Arístides, conocido como “Ari” era un antiguo miembro del ejército, que de los disparos de los cañones en las primeras campañas ofensivas al norte, de su caballo cayó, y mediante el estallido de la pólvora cristalizada, perdió la vista, quedando sus ojos morochos en escala de grises matizados.

Arístides, antes de la guerra era profesor, gustaba la literatura y era uno de los preferidos pianistas de las tardes de domingo en el puerto de Asunción. Dicen los cronistas, que Arístides, que si bien perdió los ojos, jamás perdió su sonrisa y su facilidad con los versos. Flaco, alto, muy delgado, conspicuo y seductor, según las propias crónicas citadas, “Ari” natal de Misiones, había acudido al llamado de su patria de muy joven, en los primerizos años de la independencia Patria. Su habilidad con el caballo, montado, sin espuelas ni lazos, sin guacha ni riendas, era asombrosa, tanto, como su facilidad con los tonos y semitonos de las polcas de la época dorada y algún destello de música clásica de periodos pasados. Se decía en esos días que el mismo Gaspar Rodríguez con sus últimos suspiros de vida, había solicitado la presencia del entonces adolescente Arístides, para deleitarlo con el conocimiento innato de las variaciones melódicas, y que sus interpretaciones fueron pagadas con enseñanzas y la apertura, libre, en la época del dictador, de los libros guardados y prohibidos, en el Paraguay indemne e independiente.

La lectura, los caballos y el piano, no había mucho más que hacer en esos años. Traducciones de Dickens, Shakespeare o aquellos de la generación del 37, iluminaron al joven en los años del romanticismo. Conoció en pocas clases a Chopin y dicen llegó a leer el principio de las obras de Wilde, libros recitados por vendedores europeos de fragancias, bebidas, elixires y pócimas médicas y armas. Antes de estallar la guerra y ser miembro del ejército y caballería paraguaya, con los bravos hombres, que acompañaron a López a cruzar el Río, y atacar el Norte y morir por la patria, Arístides, como cualquiera tenía sus sueños, sus pecados.

Al quedar des-afectado del frente, por orden de sus superiores, intentó seguir peleando, con estériles intenciones de cabalgar, de ser útil. Volvió a Asunción y había quedado olvidado, sin piano, sin poder leer, ya no montaba, y vivía de dadivas de las varias viudas que lo visitaban, en los corredores de la planta baja, del edificio que hoy se encuentra en las intersecciones de Palma y Garibaldi. Jovial, locuaz, melancólico y triste a la vez, y de espontaneidad tan profunda, fue el paño de lágrimas de mujeres, consuelo de abandonas enamoradas terrenales, que hablaban, lo abrazaban, y el, respetuoso, al terminar la disertación de la desesperada, recitaba versos hermosos, o silbaba melodías del renacimiento europeo, sin error y con la armonía de un pianista experto.

“El Arte es este mundo” era como su propio axioma.

Las mujeres, que con su intuición inexpresable, sabían que había un dolor mayor y no era sólo haber dejado de ver, y que los versos, prosas y ensayos orales no proveían satisfacción y que la amabilidad de un ser descendía de un corazón lastimado.

En la guerra y en el desamor el cuchicheo de los sobrevivientes es más cruel y real que los avisos oficiales del gobierno. Una ciudad a capela, un mundo de calles solitarias, vuelo de aves, vientos y lluvias pasajeras. La nada, que se adueña de lo que no tiene dueño.

Los anti francistas, en años anteriores, según los rumores oficiales, de los que no fueron fusilados, exiliados o amordazados, decían que se habían construidos una serie, de túneles y pasadizos conspiratorios, dignos de pocos conocedores y viajeros íntimos de éstos pasajes. Al caer la noche, muchas personas que no enterraban sus preciados bienes materiales, veían como mujeres y algún sobreviviente más, se agrupaba a escuchar a Arístides, silbar sonatas, conciertos para pianos y polcas. Algunos, siguiendo los rumores, decían que era conocedor de los secretos laberintos enterrados, de los comienzos y finales de éstos.

El ejército invasor puso sus armas y bombas desde la desembocadura del Manduvirá, llegando río abajo a la península que albergó alguna vez a Salazar y Espinoza. Caín, Abel, David, Goliat, no hay historias en esta historia que se asemejen, ni llantos por llorar que descarguen la tristeza. El pavor, el más profundo miedo, el reflejo de las almas en los remansos del río Paraguay. La muerte ya no tenía misterios.
Unos días antes, Arístides, en medio de gritos y los temblores propios de los cañonazos intentó defender sus recuerdos, disparar sin balas, dijo, y desapareció en miles enigmas y misterios, silbando canciones con alguna compañera, con algún soldado más y hasta, se cree, más personas. Después de muchos años, los siguieron buscando, a ellos, los que se habían perdido.

En las adyacentes de Palma y Garibaldi, por muchos años, se escucharon voces, risas y llantos, y los silbidos intermitentes arrullaron a muchos desesperados, a los desaparecidos y a los sobrevivientes.





martes, 16 de octubre de 2012

Espíritus libres

- ¿Como se puede escribir un…..?
Dijo mientras se callaba el sonido…

Dios creó la tierra, pero la tierra no tenía sostén y así bajo la tierra creó un ángel. Pero el ángel no tenía sostén y así bajo los pies del ángel creó un peñasco hecho de rubí. Pero el peñasco no tenía sostén y así bajo el peñasco creó un toro con cuatro mil ojos, orejas, narices, bocas, lenguas y pies. Pero el toro no tenía sostén y así bajo el toro creó un pez llamado Babamut, y bajo el pez puso agua, y bajo el agua puso oscuridad, y la ciencia humana no ve más allá de ese punto.*


La noche te llevaba a mí, y yo lentamente era parte de la noche tuya. El agua que se espesa con el frío y cambia de ficción, de realidad, yo amigos, era agua. No hay mucho que discutir, su magia era indescifrable, al verla, todo es como un recuerdo hermoso, que nuestras mentes, adornan, enriquecen, destacan lo bello y singular de cuestiones imaginarias que pasan, que pasaron. Saber que el misterio es un arte, es comprender que la alquimia existe.

Es distinto tener fe, a comprender, eso no es puro, ni ilusorio, es corriente, pero no hermoso, algo así cómo el olvido, o el ejercicio de la monotonía.

Rodamos por los bares, por libros y por los dibujos que han inspirado canciones, habíamos experimentado el encuentro en desencuentros y de ese tipo de encuentros uno no se percata fácilmente. Hay personas que duran una vida sin darse cuenta.

Recuerdo palabras de un amigo, en estos días que pasaron… y amigos no son muchos…

-¿Es producto de la imaginación de C.S. Lewis, o de alguno de estos que Dios imaginó y ellos escribieron en prosas su imaginación?
-Es una pregunta – respondí
-Si.. pero no estoy seguro si Dios existe.
-Existe.
-Entonces es un producto de la imaginación
-De Dios? – contesté.


Era de noche, y no sabíamos bien qué hablamos ni que temas tocamos, seguramente… sobre mundos imaginarios, de la última película que me había hecho llorar, porque sólo lloro cuando veo películas solo…
Mi amigo, que me conocía cual hermano, se levantó riendo, y se volvió a unas mujeres sentadas en la barra de ese bar taciturno, se apartó, dejó un vaso lleno de cerveza fría – que yo no la desperdicié…- y él lentamente me fue cambiando por la naturaleza suicida y seductora que tienen las mujeres en los bares lúgubres que se sientan frente a la barra, infinita compañera de somnolientos... y yo tratando de resolverte, en mi mente, para morir en paz al menos esa noche.



Al volver, el frío de la noche, en alguna alcoba de Asunción, donde estaba volviendo a ser yo mismo. Me habían sometido a los encantos de las noches de Asunción con el frío tan esquivo, estaba ya sólo, manejando un auto vacío, tarareando una canción instrumental, dejaba ceder dos o tres lágrimas con la aurora la noche que ya se iba...

La ciencia no puede llegar a lo profundo y oscuro de tus mares, sólo nos queda el misterio de los espíritus libres.

Dios creó la tierra, pero la tierra no tenía sostén,
entonces… creó un Ángel.



* Manual de zoología fantástica - Jorge Luis Borges.

jueves, 11 de octubre de 2012

Estrella (que debería tener nombre)




En el paraje, en la corriente,
- en la guitarra y el contrabajo-
ni los santos, ni con sus devotos caminantes,
ni los somnolientos que se divierten con los caprichos de los vagos, comprenden, que con tu boca, que no la tengo y que la imaginamos, los que gritamos callados, durmiendo con mis besos, en tus encantos.

Que la fe, del querer y la ilusión,
aprietan como cincha al caballo en galope y la crin dominando los vientos,
cual profeta de tus cabellos, nostálgicos de manos, lazos y sexo.

Silencios que comprenden, que las reinas criollas de estos pagos, que nos han embrujado en las paganas páginas de la luna, sus faces y abismos, antes de conocerte, antes de mirar la nada que deja tu estela,
antes de tu aroma, de tus misterios que dejan su sombra... sin darte cuenta.-


Catalina Gadea

si mi canto no perturba... a tu alma adormecida...

Estamos hablando de 1927...28, años lejanos, tardíos, lentos y seguramente hermosos.

Ha pasado el tiempo, cómo siempre, el nos ha dejado recuerdos y semblanzas, y lo más lindo... canciones.

El guaraní como espada en la batalla literal, como estampa, como flor, como canción y como páramo en prosa y poesía. No es fácil entender, nunca fue fácil entender en su más amplia impresión, comprenderse a uno ya es difícil, imaginar el comprender el resto, imposible.

Emiliano, creo que entendió, diríamos hoy de manera vulgar, coloquial, le "cazó la onda". No solo como juglar, no sólo como guitarrero, como arriero, como soldado, y poeta, por que ser una de esas cosas ya es complicada, el fue todas.

Creo que su dialéctica, su dicción, su locuaz verso combinado con la pronunciación, idioma y sentimiento nos hacen bajar a los más antiguo de cada uno, a lo primero, a lo sencillo, a lo primordial, a lo escaso que satisface.

No sé como antes, pero sí, antes era el periodo que se inventó eso de que todo tiempo pasado fue mejor. Fue por ese antes, ese tiempo, que ya pasó.

Había escuchado a Emiliano, de muy chico, con mucho calor un día caluroso, que no vale la redundancia, por que en lugares como esos, la redundancia es placer.

Sabía de sus andanzas y de sus letras, fui adentrándome en cuestiones fundamentalistas hasta extremas de la polca de Emiliano, con el paso del tiempo, la tecnología, las despedidas y por estar lejos de acá.

Teníamos, en esa casa de la infancia precoz, unos discos de vinilo, ese sonido particular, con guitarras y acordeones... encantó a mi memoria, mi viejo, que era joven, me decía.. Escucha.. siete notas musicales sonaba en un idioma inteligiblemente lindo, que sin querer, hacía, sin darme cuenta, un fan en el pasado, del sonido del folk de los ´30´s

"Sol de mi cielo, luz de mi vida, lejana amada

Eyu yeýna eyu yevýnte ani amano

ven que te aguardo en esta choza tan desolada

añesu jhäpe che ánga che pópe rojha'arö.
"

El chaco, su principal inspiración lo delataba, su amor, compartido, como buen trovador, su voz, aguda, serena, firme y profunda.

Pasaron los días, años y no volví a escuchar de él, Si bien, su obra, presente en cualquier paraguayo, que se considere uno, me había dejado, en suspenso, en un espacio temporal no muy racional. Hay un tiempo que sólo el tiempo ubica en el entendimiento.

Uno empieza a entender, a comprender, a mirar atrás y escuchar el paso de sus propios pasos ya pisados, el rubor en la piel, y sus cicatrices, marcas y proverbios, los encuentros no encontrados, los mensajes del destino y las casualidades que ilusionan el corazón deshabitado, el intentar conciliar la belleza, la inteligencia, la inusual manera de mirar, de hablar, de solamente saludar, de solamente hablar por mecanismos no sonoros... Emiliano en esta época ya no sé que versos escribiría.


Hoy, que ya esta por ser pasado, que ya no asumo muy bien si existe una verdad sola, una noche hermosa, ni un atardecer. Sólo se que existes y eso me basta, se que tu existencia será malvada, se que no sé que hacer con los datos de las casualidades, ni con mis ansias, ni con tus miles de enigmas, tu sencillez, mucho menos con tu belleza, tu cadencia, tu mirada... Como Emiliano cantó, en los años antiguos, yo escribo esto, que de escuchar una polca, mirar el río invencible, ...pienso en los días de Emiliano R Fernández, en su guitarra, en Catalina Gadea "Che la reina" - Una mujer convertida en versos, sublimes, cantados, hasta hoy, como yo, a vos, te escribo, y estos versos, que se van algún río, con sus remansos, con sus canciones, con el día, con la noche y sus estrellas egoístas, que nublan los desenlaces, que roban nuestros suspiros...


"Ajumíko ipahaite Che la Reina nerendápe..."



http://www.youtube.com/watch?v=N2Hcg1fgxdk&feature=related

viernes, 5 de octubre de 2012

abismo

La ambigüedad de la tragedia es una sola, que parece no ser ambigua, por decantación misma. No pretendo, ni estoy queriendo fundar una teoría, simplemente saludo a lo inevitable de manera sincera, sin buscar un concepto, ni proponer una solución. Para muchos, estaríamos siendo un mecanismo sofista o catarsis pura de un error del destino que no se podrá enmendar, quizás.

Solo ser feliz o infeliz es imposible, solo ser solo si uno no desespera sí lo es.-
Poder entender el cambio, incluso en la frustración/alegría que todo eso de cambiar, girar, ganar o perder significa, es lo mismo, exactamente lo mismo. Podría estar ud completamente en contra y fundar su aseveración de manera cruel, inclusive sosteniendo que no acompaña lo que este párrafo intenta sostener, el cambio, es igual – Ud me dirá: como es igual ser feliz o frustrarse? – Insisto – el cambio de estado, el giro del destino, en esencia es lo mismo.

Nacer y morir, el éxtasis del comienzo y del final de toda canción, el día o la noche… son uno solo, uno solo es, si no desespera. La desesperación, el fulgor, sí podrían entenderse como un estado nuevo en la materia sentimental del cambio, sería como el estado “plasma” de todo ser. Lo particular y de tener cuidado: el estado de ánimo es inmaterial , irreal.

Escribíamos estas líneas mientras, imaginariamente, en un encuentro no real se tomaron copas que nunca existieron y fulguraron miradas y roces que no nacieron.

Parecería una alucinación, o cuento de hadas, con destellos lunares en un lago perfecto. No lo es. Las palabras se componen como las siete notas musicales en un pentagrama. Los pensamientos la ejecutan en una hoja, en el papel se planta la obra.

El devenir, el hijo mismo del destino, irreal también, forma parte de esta conspiración que se llama Tiempo. El tiempo, señores, va pasando, y es el mismo.

Vuelvo a mi mismo, o intento conciliar lo que codificamos todos los días con la monotonía, lo que para muchos es la rutina, la vida, para mí es parte de la cotidiana lucha de lo real contra lo irreal.

Todos somos un solo ser único, no hay ambigüedades y si existen, es sólo una, una sola, en tu solo ser, que no cambia, a veces tiene su día y a veces su noche, que se encuentran en un solo abismo, infinito que sos vos.