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miércoles, 29 de junio de 2011

El Prófugo y el Condenado.-


Se unieron en un lugar, dos personas que sin buscarse se habían encontrado. Se escucharon pasos, ambos se sintieron. Pudieron sentarse y acomodarse ante un fuego, el frío, hostil y seco. Ambos tenían las fisuras en sus rostros, y sus cabellos escarcha.

El plano, a lo lejos se volvía ondulado hasta que se perdía en una oscuridad azabache, muy negra, en lo vasto de la nada.

El prófugo: Si hablaría, hablaría con música, aunque no sé por que espero, es tarde esperar. Esperar siempre es tarde.
Así, esperando, uno es parte de las penas de su propio paraíso. Es como preferir morir que a la propia muerte, morir intentando respirar.
No nos olvidemos, en este espacio temporal, del amor. Un sentimiento terriblemente indefenso. Amar es devolverse a las fieras, caer por el temblor, y es, a su vez, la mejor de las caídas. Es la caída libre por excelencia.-
Consecuente el hombre, con la lucha de todos los días, el trabajo, el pan de cada día y luego, con la idea de la inmortalidad?? , sin embargo, todos sabemos que la muerte es parte de todo. Es el pasado, el presente y el futuro.-

El condenado: Diría un amigo, la poesía es el mejor de los garabatos, es la trama sin un desenlace, es cómo la vida, la poesía de la vida, esa, la de las prosas a veces incongruentes. Es la poesía que la escribís vos, nosotros, cada uno.-
Es preciso, entender que Platón no entendía nada, y sin embargo su enseñanza es inmortal, así el elixir de la vida eterna bebió su palabra, su poesía se sigue leyendo.-

Seguían cambiando pareceres, cada situación era antagónica, ellos mismos estaban en caminos que tendrían más encuentros, entre la muerte y el amor, estos dos estados, sentimientos, temores o lo que sea, son dependientes el uno del otro, siguieron debatiendo, uno, el prófugo, otro, el condenado:

El condenado: la crueldad es lo que no llegue a entender, hoy, antes de morir, me sigue perturbando. El deseo de destrucción, la muerte cómo fin, el regocijo del ego, hasta eso lo asumo, la crueldad no la entiendo. Los pretextos sobre la ciencia, las artes, el oscurantismo, y toda religión sólo la explican con figuras, analogías y supuestos personajes que se alegran con la crueldad. La felicidad de haber sido o ser cruel, el compromiso con el mal. Hay un umbral, entre todo ser que muchas veces lo pasamos. Somos malos, no tanto, y buenos. Ser cruel, lentamente, ni la propia muerte.-

El prófugo: Yo miro tus ojos, y veo el comienzo de una lágrima eterna, veo ese borde, o cornisa, aquel umbral que solo lo custodia uno sólo. Veo tus ojos y recuerdo que he mirado otros. Recuerdo en tu lágrima la lágrima de la paz, del amor, del perdón. Veo que las lágrimas no las tienen los crueles.-

El odio es la crueldad actuando, pero ella es en esencia el alma motivadora de la maldad.-

Llegando al momento en que se tenían que separar. Cada uno tomaría un camino distinto se despidieron:


El prófugo: He encontrado la paz como un espía de la verdad. He descubierto la verdad en la intención de ser una mentira. Alguien me ha perdonado, no lo podré negar nunca. Me gustaría escuchar música hasta el último día de mi vida. Músicas que cuenten historias o simplemente la conjunción de sonidos, y así mezclar ante mis ojos, la tarde cayendo y el rumor de los espejismos. Que se deslicen las sombras entre las piedras, y que el viento mueva las gotas de lluvias en invierno en la inmensidad de árboles. Quiero sentir otra piel, acercándose.-

Entre sus palabras una deidad, o quizás fue una ilusión, casi incolora se presenta ante ellos:

El condenado: Eres un Angel, o el fin?
Sos?; vienes buscarme?, a donde me llevarás? Como sabremos quién eres?
El Prófugo: Es un signo, una hermosa señal.-

Ambos se desvanecieron en puntos inexactos.-

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