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jueves, 27 de marzo de 2014


Podemos adentrarnos a la más pura angustia.
¿Podrías verme, entenderme?
nos liberamos, esa es lucha, el día a día, entender que la libertad no tiene comparación, no hay con que poder pararla.

Liberarnos es la luz y la oscuridad, el pasear por las calles sin ser observado.

Saborear el agua de la lluvia, el fulgor del rumor de los arroyos robando el tiempo a las hojas que van cayendo con sus espirales.

Sacar la presión del pecho para dejar sólo espacio para el aire que respiraremos hasta el último esfuerzo por entender que esta vida no tiene sentido estando atado al amalgama, a la estructura. ¿Podrías verme?

Siento los aplausos del mundo a la hipocresía de la creación, al sin sabor del día a día creado en los versos, en las leyes, en el hombre que acecha al hombre, por que no nos damos cuenta, que todos somos esclavos, que eso es lo que perdura en la evolución, en la decadencia, el umbral de lo real, en la carne y en el canto organizado de las corporaciones humanas que no sienten lástima sino a la vulgaridad. No somos lo que entendemos ni podríamos serlo si seguimos atados, estructurados en versículos, en vestimentas y comportamientos sociables al entendimiento mayoritario de los que producen. Somos como hégira sin rumbo y pretendemos perpetuar esta idea, en el heroísmo cotidiano de la crianza en los cánones, en los dogmas.

La imaginación el nuevo opio de los soldados de la vida.-

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