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martes, 15 de mayo de 2012

Relato extraído del vecino que se ha marchado.

... Me había sentado.- Acostarme no es una opción. Hay noches cómo esta que no recuerdo tu piel, otras, el tiempo se hace largo de recordar. No poder dormir es en un momento un arte, una obsesión peligrosa.No perder la paz de la noche, se vuelve costumbre. Había prendido la Tv y sin verla y sin sonido, sentía como la compañía de alguien que te consiente con simplemente estar. Así, comienzo a mirar la noche, así comienza mi día.- Es otoño y es Asunción: el destino, la suerte y la mala suerte, hacen que se deslicen matices climáticos que hasta suelen ser simpáticos. El no sonido que no es el silencio del que aveces somos devotos, es la falta del ruido de la paz, sonido que se funde con alguna alarma, algún murmullo de vehículos taciturnos. Soy parte de la decadencia de los pueblos que se vuelven ciudades improvisadas. Ahí, donde lo inexplicable se convierte en problemas de tráfico, la poesía en graffitis y el baile en souvenires falsificados en calles sin desagües pluviales.- Asunción es testigo del aumento de peso en el paso del tiempo. Es una mujer que se va dejando en su propia intriga, y que sin querer absorbe paz en sus restos verdes, en su corazón abierto, en su sangre espesa.- Mi insomnio que no se cura fácil sin vino, y como no tengo un peso, ni he tenido vino, lo mato mirando desde el balcón. Me viene la vida, la falta de fé y la poca luz encendida hacen que la mentira del mundo y los giros de la vida me hagan un atajo a caminos inciertos. Miró desde lejos, desde cerca me salen de foco las ideas.- Antes de dejar de ser, prefiero no haber nacido.
Me voy, disfrutando del no dormir antes que explote el silencio. .... Adios al vecino.

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