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jueves, 24 de mayo de 2012

la milésima.

La deuda que uno deja en los labios es como la libertad que tiene el silencio. El silencio, que es el clamor de la noche y de la calma somera, que surge también de los labios cerrados y húmedos. Tus labios, señorita, que los veo desde lejos en un espacio recuperable que se aleja sólo por el tiempo que no nos da ternura entre nosotros. La luz de la luna es un reflejo que refleja: el tu y yo bailando en nuestras miradas que se cruzan en mini segundos. No hablamos, sólo la mirada del nunca más que nos dice todo y conjetura los caminos que no se apartan... En tu mirada veo mi boca, que se desboca corriendo en tu cuello, en esa piel que marca el inicio del canto de la belleza, cual fibonacci, tu perfección es áurea. En ese espacio de tiempo que te saco las ropas, que nos reímos viajando y que envejecemos juntos mirando el fuego, en ese mini segundo de un cuento corto eterno, el espejo irreal, del mundo paralelo que creamos y que es sublime. En tus ojos todo el drama y el desenlace.

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