Buscar

vistas

viernes, 10 de febrero de 2012

un taxi, una canción y el aire acondicionado

Cuando la confusión nos da claridad: Corre, amor, corre.
Cuando el remedio es la agonía – justo ahora, me quedo sin momentos-
Cuando el amanecer vuelve, me encuentro escondido sin saber que amanece, ni que estoy escondido.


Hace muchísimo tiempo que había escuchado por última vez tu voz. La misma voz, que paradójicamente siempre escuchaba. No sé cuanto sangra una herida. Esta señores, sangraba sin sangrar.-

En Asunción, no hay muchas veredas que puedan escapar del sol. El calor, en su habitad perfecto, lloraba de felicidad. Un taxi, que no era amarillo, había parado sin que yo lo haya llamado.

- Señor, ud es el del 8b?
Si – respondí sin saber quien era el del 8b (o 8v); (es más pensé en esa fracción de segundo mientras subía al taxi que no había llamado ¿Qué era 8b? – eran las siglas de una habitación? Eran las que denotaban un auto de esos que tienen motores muy grandes… con ocho cilindros);(también pensé, y eso que no pienso mucho últimamente: porqué estaba subiendo al taxi del señor del 8v/b.)
- ¿Adónde vamos? - hace mucho calor che – comentaba y preguntaba el taxista.
- Sí, la verdad que hace calor…
- Si… donde vamos? Es de acá? Preguntas dobles por parte del taxista

(en un minuto me sentí en una aventura en blanco y negro) no sé porque en una aventura, ni porqué en blanco y negro, pero tenía cómo imágenes de imaginaciones pasadas.
- Vamos al centro, dije cómo sabiendo donde iba.
- Pero... no teníamos que ir al puerto según escuché en la radio.
- Vamos al puerto, disculpe.
- No hay problema, prendo el aire acondicionado si quiere, diez por ciento más
- Por favor, le pago 15% más.-

El taxi, no amarillo, un “remis” tenía un aroma interno a guayaba fresca, me remontaba a mi infancia, el taxista, escuchaba una especie de bossa nova.

Se empezaron a corregir los momentos, en un taxi, con una canción y aire acondicionado.-

Rápidamente me olvidé del hombre del 8v/b – creía que la confusión era esas cosas imposibles que el destino las vuelve posibles, o bien, un fallo contemplado por el titiritero que se mata de risa con nuestras salidas de contexto.-

Caminaba por las calles de mi barrio, un taxi hizo una pregunta y yo fui su respuesta.

Tenía un poco más de 100 mil guaraníes y 100 mil recuerdos tuyos, el primero, paradójicamente en el puerto de Asunción.-

Cuando te había visto aquella vez, era verano, yo intentaba olvidar algo que ya no recuerdo y vivía cerca del puerto. En el puerto de Asunción, hay tantos olvidos que uno ya ni recuerda, es más, hay mucho más olvidos que barcos, sin embargo, ese día, post lluvia de verano, te había visto. Del recuerdo me nacen otros, pero no hay ninguno más importante que el primero de los recuerdos.- Tengo la imágen de las personas caminando, de varias aves que cruzaban el río desde el chaco.
Sabía con esa rara intuición que cuando te vi por primera vez, seguro, era seguro que unas palabras se escaparían ese mismo día entre nosotros dos. El jazmín es una planta tan sencilla y hermosa, que sus flores tan cercanas a lo perfecto ese día te hubiesen envidiado por tu belleza.

El taxi se manejaba sólo, el chofer, introvertido sólo estaba concentrado en la cadencia de las canciones en portugués. Yo no tenía otra idea que olvidar mis recuerdos, iba al lugar donde te había conocido, tus labios me habían dicho mil veces cosas más lindas de las que me había merecido.-

El aire acondicionado es un invento realmente interesante, también lo es la guayaba y también lo son los taxis que combinan el aire acondicionado, el aroma de guayabas y tienen una banda sonora que aumenta cualquier deseo.

Eran las once de la noche de un jueves. El desvío en frente al ferrocarril central siempre me hace pensar en las épocas asuncenas de esplendor. Cuantas personas ya pasaron por esas calles; mis abuelos, padres, amigos de ellos y sus respectivos antepasados. Cuantos nativos antes que los españoles invadiesen nuestras tierras, habrán corrido, habrán recolectado miel, bajado una fruta o simplemente habrán mirado al sol entrar y salir.

La noche de las once de la noche es la mejor de las noches. El cielo abierto reflejaba en los vidrios empañados del taxi, yo no sabía donde podía ir. Pedí al taxista si podría parar en algún lugar antes de llegar al puerto, quería una cerveza o algo que me acompañe en el encuentro mas impensado de esa noche en todo el orbe.

Esa tarde, la primera vez que te vi, luego de cómo seis miradas encontradas, fui y te pregunté ¿que hacías en el puerto?. No tuve respuesta, sólo una sonrisa, yo, sonreí también. De eso, no hay más que eso.

Llegué al puerto, pagué el 15 % del aire acondicionado; miré y caminé cerca del río, la luna, por más sola que estaba, brillaba y se notaba que no pensaba caer. Asunción a mis espaldas, y comprendí todo lo que tenía que comprender. Te olvidé mirando la nada y la nada que nunca da la espalda sabía que era parte de nuestra historia.-


Si ud era el que esperaba el taxi del 8v/b – le pido mis más sinceras disculpas.-

No hay comentarios: