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miércoles, 16 de diciembre de 2009

los casetts y los noventa

No sólo Goycochea, Romario, el inicio democrático paraguayo, Clinton y mi primer beso y/o cuestiones afines fueron para mí los noventa; con estas primeras palabras y nombres estoy manifestando que los años ya vienen pasando; y no es que estemos viejos, si no simplemente, el tiempo realmente no para.-

El color fluó en su máxima expresión, Kurt Cobain y la indescriptible satisfacción de haber visto en vivo a Michael Jordan son sólo cuestiones efímeras al hablar de la vida del principio de la década citada.- Sí, debemos ser considerados que hay décadas mucho más “cool” que la que citamos, los sesentas, setentas y los peinados nuevos de los ochenta. Cierto, nada más cierto. Ahora, al nuevo milenio le tengo entre ceja y ceja, en franca sinceridad no me está convenciendo.

Podría, como todas las cosas, empezar a tener sabor, a medida que lo vamos perdiendo y se transforme lentamente en un recuerdo singularmente bello.-

Pero no pasó así con los noventa

Extrañamente parecía la época más moderna de la humanidad y eso que todavía no existían – en uso, al menos masivo – cuestiones técnicas que hoy ya son como nuestros hermanos: mp3 – internet – celulares y demás.-

Una carta, en los principios de los 90 era aún una carta, hoy, el que escribe una carta es un pelotudo.-

Un oso de peluche era un regalo, algún monstruito “Tamagochi” también; en cambio respetando estos gusto, yo era de los acérrimos amantes del rock and roll y regalaba casetts grabados como manifestación de cariño.-

Después de años de haber regalado mi último casett, pensé en todo el tiempo utilizado en selección de temas; como discutía conmigo mismo cual sería mejor tema para ir primero o bien crear un preludio de dos o tres temas significativos de lo que sería mi demostración de afecto en 30 minutos lado A; y mi pedido desesperado de alguna caricia en el lado B.-

El lado B era sin duda el más oscuro de los casetts. Yo buscaba algún mensaje “entre líneas” en ese lado; no cualquiera entendía.-

Mi primer casett fue uno de los Beatles, un regalo de mi vieja y uno de Roberto Carlos que le habían prestado a mi viejo, pero yo lo hice mío: “El gato que está triste y azul nunca se olvida que fuiste mía…” frase acuñada como mía en esos años. Mala frase, sí… como un gato azul, pero bueno, eso es otra cuestión.-

El casett que más tiempo me demoró terminarlo fue uno que tomó aproximadamente dos meses, muchas idas a disquerías e investigación barrial y colegial - ya que había temas que simplemente no conseguía. De esto, lógicamente la doncella receptora del regalo, no sabía, es más, ni admiraba el terrible esfuerzo, dedicación y estudio que realizábamos los amantes de los casetts.-

Existieron extremistas – casi fundamentalistas - que llamaban a radios solicitando “pasen” el tema buscado – lo que sería hoy el “googlear” un tema, y esperaban ansiosos durante toda la programación radial, atentos a presionar “REC” en sus respectivos aparatos reproductores. Las radios más crueles, pasaban el tema sugerido, con alguna “viñeta” que sonaba como un grito crudo en el peor de los apocalipsis para el paciente solicitante del tema a ser grabado.-

Los Casetts eran parte del patrimonio más intimo de quién los detentaba.-

Con las innovaciones tecnológicas, el “Disco Laser”, llegó a romper un poco las pelotas a nosotros los “Casetts maníacos”; ya que por lo general el disco era sin lugar a dudas un sonido superior, pero que de igual manera, no había forma de tener uno, con los temas musicales a elección.-

Con éstos mismos avances vinieron cambios en la industrias y en nosotros, los adeptos al Casett: Casetts “cromados” con una fidelidad casi perfecta de sonido; Casetts de 90 minutos e incluso de 120 minutos de duración, éstos fueron cultores y antecedentes inmediatos de los hoy: discos duros externos o “pen drive”.-

El regalar un Casetts fue sin lugar a dudas el hecho más romántico de la década de los noventa.-

Quién regaló uno, se sentó, grabó, eligió los temas, la métrica, la secuencia e incluso escribió el “Track list” a el dorso de la tapa, y sobre todo, sabe de lo que hablo.-

Recuerdo que escuché a Poison, en un Casett y tuve, sin pestañear ir a la disquería de preferencia a comprar un disco de este grupo, “ochentoso” en los noventa.- Hoy no me arrepiento, “Every Rose has its thorn” fue un temaso en aquellos días sombríos.-

En fin, hoy la práctica de grabar Casetts no puede ser comparada con cuestiones que si bien son análogas no son iguales. El grabar un Casetts fue una ceremonia reservada para cultores de la música, y amantes desesperado de una nueva forma casi epistolar de demostrar una comunicación sentimental.-

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