Buscar

vistas

martes, 10 de marzo de 2020

la esfera, la luna y el adios


La luna, la luna lleva mi luz, en la noche,
en el sonido del fin de ella, que se va apagando.

La luna, que de frío desespera en mi noche que florece el sonido del fin de todo el escudo.

El muro y el vacío, mudos, me miran en la noche del final donde aún la verdad me cuesta sentir.
Todo sonido de tu voz es poesía no escrita, y la suave vida minúscula de nuestras miradas, en esta noche, de luna fría, se va, de a gotas terminando como toda existencia que no solo espera la culpa... cumple con su condena.

Escribí en tu cuerpo el fuego que es ciego, casi siempre fui certero, no lo se. Quizás no todo se debe medir en tiempo.

La luna gigante me va guiando y caminando escribo estos versos, en el frío de la noche que se va apagando.
Las luces, el piso duro del norte de paris, todo en la luna que bajo su luz de adios, nos indica: es el adios, es el instante donde entregamos parte de nuestras vidas, para siempre.

Los pequeños jardines colgantes, flores, almas, voces, de todos los pasados de todas esas almas, y sus noches, sus lunas, la esfera y sus pedazos, sus finales y los jardines colgantes con sus flores que acercan todo lo que pueden para cobijarse.

Siempre estaré, en este pasado, caminando solo sobre el duro y frío suelo, de la piedra antigua, bajo la luz de luna de esta noche efímera, que será eterna, como el adios.




No hay comentarios: