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miércoles, 29 de agosto de 2012

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Era la noche que se iba, el amor al hacer el amor, silencio gemido en un grito mudo de tu boca, seda de lava que arde, seda de tu lengua en la mía, suavidad viciosa de tus pechos frescos.

Te miro dormir desnuda, desnuda con las estrellas en tu piel.
Un mundo dentro de tu momento.

Beso tu piel caliente y suspira tu vientre comprensión,
los hijos de la tierra como yo, que escuchan en tu voz los sonidos de un encantador mar en la seducción de tu sexo casi virgen.

Vos,
mujer heredera de los dioses puros, belleza en la inmaculada desnudez.
Tus caderas, tus hombros y las cavidades fuera de todo contexto y pudor.

Aveces creo que eras para siempre, y me quedo con tu olor al aire libre, que empañan los vidrios de esta habitación, a mis pupilas, las tuyas, y a toda mi piel.

Veo tu alma, te miro desnuda.

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